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Luis camina con la paz de un pájaro que construye su nido, a sus 86 años hace de su estampa una esbelta caja de sorpresas.
Indudablemente existen seres que solo se detienen en lo importante, seguramente el misticismo del pueblo Patagónico de Aluminé colabora con su trama.
El arte de la apicultura, ese de criar abejas es solo para amantes de tesoros, Luis lo hace incluso en medio de la nieve, logró lo que pocos, desafiar las creencias: decirnos que estas bellas criaturas encargadas de la polinización de las flores también pueden SER junto al blanco de uno copos en el invierno.
Pero hoy la noticia es otra, este caballero amigo de María Luisa, una inmigrante que vino desde algún recóndito lugar de Europa, empezará a sus 86 a dictar clases de ajedrez en este bello territorio.
Con sabiduría estoica supo esperar 13 años desde que tocó la puerta en esta Escuela rural. Hacer girar su pasado de ingeniero con el viento, es la insignia para celebrar este sueño trabajado para ser logrado.
Los sueños no se cumplen —se trabajan— predica en sus Cátedras Universitarias Cris Quintana.
Ímpetu hacedor, amar el camino.
Uno se pregunta ¿cómo existen seres que sin importar el reloj de arena creen en que todo es posible?
No hay gravedad que pueda parar la inercia eléctrica de nuestros cuerpos.
Lo maravilloso es la inspiración que generan estas historias a libro abierto que no se ven a simple vista, aunque otras se asoman por una ventana al gran público, como la de Martha Stewart, una mujer que pudo haber sido la dueña del máximo Holding en USA, y que por esas cuestiones de la vida algo obvias, su primer lugar le fue arrebatado.
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Quizá su historia transcurre hoy en voz alta como ejemplo de una batalla que se gana con sentido creativo, con ese pararse para decir: puede más honrar esta vida, puede más el dejar algo para otros, que un poder escondido en la oscuridad al acecho contra lo extraordinario.
Desde dos perspectivas diferentes, dos personas mostrándonos que “el camino del hacer es infinito”, que de eso se trata esta película, hay que estar preparados para convertirnos en gladiadores existenciales, sabrán ustedes que amo esa palabra -existencia- es lo mejor que encontré con poesía para describir nuestro paso casi fugaz, tiene el peso necesario para darle un marco importante a esto.
Martin Luther King dice:
El final de nuestras vidas comienza el día en que nos volvemos silenciosos sobre las cosas que importan.
Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto.
Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy, todavía plantaría un árbol.
¿Somos conscientes de ese mitzvah diario? Hacer algo por el otro todos los días.
Pensamiento en movimiento, el único que puede llevarnos a un recorrido interesante en donde tenemos la obligación de diagramar senderos, claro está que las corporaciones perdieron la materia gris en su mayoría, hoy el motor lo tenemos los humildes seres con nuestras acciones cotidianas. Finalmente somos los encargados de crear valor con lo revolucionario de lo artesanal, el resto estéril e industrializado murió por su propia arrogancia de ser.
Los ídolos siempre fueron las invisibles almas del backstage, está a la vista en cada rincón, bien puesto el maravilloso nombre “El Ocaso de los Ídolos” de Nietzsche. Tardamos en darnos cuenta que el poder lo tenemos nosotros, al menos el real. Ni la ciencia ni las religiones, ni los gurúes salvadores.
Hablo del poder del espíritu -esa palabra bastardeada-, que hay que recoger en su sentido laico, humano. Aprender a pensar, ese ejercicio que se llevaron los narcóticos tecnológicos.
“El amor es la espiritualización de la sensualidad”.
Aquí una de las frases más bellas del planeta de nuestro gran Friedrich Niezstche, que además se vuelve actual con sus interpelaciones con signos de interrogación:
¿De qué le sirven toda su libertad de pensamiento, toda su modernidad, toda su agudeza y toda su flexibilidad, si en los más íntimo sigue siendo, cristiano, católico y hasta sacerdote?
El cine es un compendio de imágenes superpuestas en movimiento, la edición de ellas puede darle un sentido u otro, pues claramente “necesitamos mover nuestras estructuras para generar ideas nuevas”. Sobre todo en esta encorsetada galaxia donde todo se vende como una experiencia, cuando en realidad no hay nada más original y genuino que ir en contra de la corriente, el aprendizaje está fuera de los estereotipos.
Por eso Luis se distingue de entre nosotros, él quiere marcar una diferencia y sabe que nunca es tarde.
Por eso Stewart sigue diseñando su jardín como su máximo refugio de creatividad donde su “conciencia despierta” en ese hacer en ese movimiento.
Quedarnos inmovilizados, quietos no significa más que darle protagonismo a la muerte, hay que seguir hasta encontrar eso que explote nuestro espíritu y lo enriquezca.
Se extrañan esos maestros anónimos cuya vocación inspiraba hasta a las estrellas.
Busquemos un espejo que los refleje para rescatarlos.
LA AUTORA
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MARÍA DEL PILAR CARABÚS. ABOGADA, ESCRITORA, COMUNICADORA, MBA “ESPECIALISTA EN DERECHO CONSTITUCIONAL Y DERECHOS HUMANOS” (MINORÍAS Y GRUPOS VULNERABLES) UNIVERSIDAD DE BOLONIA, ITALIA.
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